Las nuevas formas de comunicación gracias a Internet y las tecnologías asociadas a esta red ya despuntaban a finales del siglo XX, y se intuía que algo nuevo y revolucionario iba a suceder entorno al nuevo fenómeno.
Y así fué con el arranque del nuevo siglo: alejándose de la subcultura hacker, friki y marginal, Internet se popularizó gracias a una nueva manera de comunicarse, instantánea, efectiva y pública.
Y es este aspecto (el de la comunicación) el que se ha convertido en muchas ocasiones en el centro de la polémica: casi siempre por lo malo y casi nunca por lo bueno.
Dentro de todas las posibilidades que ofrece Internet (acceso a conocimiento y educación, comunicación entre las personas, igualdad, negocio, etc), es cuando menos curioso como un servicio tan sencillo como expresar tus pensamientos en menos de 140 caracteres (ahora mas) se convierte en no pocas ocasiones en un indeseado frente de batalla.
Tuiter (así se llama el servicio en cuestión) es para ciertas personas un muro donde poder escupir, insultar, chillar, degradar, y vejar a sus vecinos de plataforma. Supongo y me impongo creer que estas personas tratan tan mal a quien no comparte su criterio por falta de empatía, vagancia y/o desidia, y me quiero creer que solo es cuestión de poder sentarse frente a frente y poder sostener un diálogo constructivo: poner en valor la palabra por encima del enfrentamiento.
En este sentido, actitudes tan pacientes y empáticas como las demostradas por este tuitero me reconcilian con el «homo-Internetus». Ejemplo a seguir, desde luego. Salud 🙂